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El conflicto interior con el pecado

¿Qué, pues, diremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Al contrario, yo no habría conocido el pecado sino por medio de la ley; porque no estaría consciente de la codicia si la ley no dijera: No codiciarás[a]. Pero el pecado, tomando ocasión en el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.

Así que, yo vivía en un tiempo sin la ley pero, cuando vino el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.

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